Toronto a 356 metros de altura

La ciudad canadiense se deja ver con otros ojos en uno de los panoramas más atrevidos del continente. El Acuario Ripley, el Lago Ontario y el castillo Casa Loma colorean el paisaje.

Estaba a 356 metros de altura cuando pude darle el primer vistazo a Toronto. Aunque la plataforma es segura y los dos cables que me sostenían, amarrados a un riel de acero tan grueso como un roble, soportan siete toneladas, me sentía tan maravillado como asustado. No llevaba 24 horas en la ciudad y ya se había convertido en una de mis favoritas.
EdgeWalk, que literalmente significa caminata sobre el borde, es el nombre de la actividad en la que me encontraba. Se realiza al aire libre, en el techo de la plataforma de observación de la CN Tower, el atractivo más alto y representativo de la capital de la provincia de Ontario, Canadá. Antes de desafiar los nervios debimos asistir a una intensa charla de seguridad, con prueba de alcoholemia y detector de metales incluidos.
Al terminar apareció nuestra guía: Katie o Peppers, como prefiere que la llamen. Es joven, esbelta, de cabello rojizo y muy alegre. Mientras terminábamos de prepararnos para la emocionante experiencia, me contó que lo único que se necesita para trabajar allá arriba es perder el miedo y tener la capacidad de transmitirles seguridad a quienes están a punto de subir y a los que se asustan al salir a la cornisa. El manejo de las cuerdas y cómo sortear cualquier emergencia se aprenden durante la capacitación.
El ascenso hasta el punto de partida duró un minuto exacto. Oímos una última charla y revisaron nuevamente todos los equipos. La puerta se abrió. Afuera esperaba el Lago Ontario, uno de los más extensos del continente, que perfectamente puede confundirse con el océano, pues incluso desde esa altura es imposible ver dónde termina.
En medio de un paisaje extraordinario, las piernas no dejaban de temblar. Es imposible decir si era por el frío que llegaba del norte o por el instinto de supervivencia que parecía jalarlas para ponerlas a salvo en el primer piso. Esto, definitivamente, no es para cardiacos.